Tanto en la vida personal como en el empleo, las personas difieren en su sensibilidad a los comentarios, críticas o acciones de otros, ya sean compañeros o jefes, así como en su capacidad para afrontar la tensión creada por una situación conflictiva o a la presión ante el trabajo de última hora.
Episodio aislado de confrontación o falta de claridad en la comunicación dentro de la oficina pueden no afectar las relaciones interpersonales, pero el riesgo más real es que comiencen a generarse resentimientos, en especial si no se expresan.
Tratar de solucionar conflictos, abordándolos directamente con la persona con quien estamos en desacuerdo, puede significar a nuestros temores, querer evitar:
1) exponernos al ridículo o rechazo;
2) reconocer nuestra contribución al problema; y
3) estar dispuesto a cambiar.
Naturalmente, hay momentos en los que es mejor ceder que resistir firmemente. Pero hay veces que asumimos prematuramente que una discordancia no tiene ninguna solución mutuamente aceptable. El estar dispuestos a conversar sobre desacuerdos puede producir oportunidades para fortalecer relaciones y mejorar la productividad.
Puede haber casos en los que una contienda intensa entre personas de la oficina pueda requerir la participación del administrador o de una tercera persona. Un acercamiento también puede significar permitirles a los trabajadores a que se reúnan con su superior para que los ayude a que resuelvan su propio conflicto
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